domingo, 7 de abril de 2013

La biblioteca familiar y la biblioteca personal

 

¿Para qué?
- Disponer de una colección variada y adecuada para las distintas necesidades de lectura de los niños y de los jóvenes.
- Tener los libros organizados.
- Aprender a valorarlos y a respetarlos.

¿Cuándo?
- De manera habitual, cualquier día de la semana.
- Para actividades especiales (reparar, registrar, decorar, etc.), los fines de semana y las vacaciones.

¿Cómo?
La biblioteca familiar y la biblioteca personal suelen estar muy relacionadas. De hecho, sus volúmenes suelen ir de una a otra y se complementan: un diccionario, un libro de imágenes, los cuentos clásicos…
Tan importante resulta disponer de una colección para nuestros hijos, variada y adaptada a sus distintas necesidades, como que la biblioteca familiar contenga una buena selección de libros: novelas, cuentos y otros relatos; libros monográficos sobre las aficiones familiares: arte, ciencia, viajes, cocina, naturaleza, música…; diccionarios; catálogos de exposiciones, museos u otros lugares visitados por la familia; libros y revistas profesionales de la madre y del padre; libros heredados o que forman parte de la tradición familiar… Todos ellos resultarán una base de importancia capital para la lectura de nuestros hijos. Poco a poco se irán interesando por ellos, irán usándolos, y parte de ellos se incorporarán a sus lecturas.

En cuanto a la biblioteca personal de niños y jóvenes, es importante dotarla de unas condiciones básicas:

- Una buena colección. Deberíamos empezar por disponer de una colección variada de libros. Desde pequeños, podríamos considerar tres tipos básicos de libros sobre los que comenzar a montar la biblioteca: libros para disfrutar de carácter literario (álbumes, cuentos, novelas, antologías de poemas, cancioneros…), libros para aprender y de referencia (libros monográficos de animales, de países y culturas del mundo, de ciencia y naturaleza, de música…; diccionarios visuales, diccionarios escolares y diccionarios de idiomas…) y libros para jugar o para hacer cosas (juegos, recetas, inventos…). A estos tres grupos se pueden añadir las publicaciones periódicas infantiles y juveniles (revistas, cómics, suplementos para niños y jóvenes de los periódicos…).
- La organización de los libros. El orden de los libros es otro requisito importante de la biblioteca. Impliquemos a nuestros hijos en decidir cómo organizarla y mantenerla en orden. Con los pequeños, podríamos considerar como forma de organización básica estos tres tipos de publicaciones (libros de lectura literaria, libros para aprender y de referencia y libros para jugar o hacer cosas) junto con las publicaciones periódicas infantiles. Con los mayores, se pueden ir planteando otras formas de organización próximas a las de las bibliotecas de adultos.
- Llevar un registro. Podríamos proponer a nuestros hijos hacer un registro de los libros, anotando algunos datos: el título, el autor o autora, un comentario y un espacio para indicar si lo hemos prestado. Al final de la libreta, se podrían añadir otros libros que hayan leído aunque no formen parte de su biblioteca: libros prestados (con la fecha de devolución, por ejemplo), libros de amigos…

- Actividades con y en la propia biblioteca. Puede ser una buena costumbre dedicar algunos ratos a mantener la biblioteca organizada, llevar al día el cuaderno de registro, intercambiar libros y hojearlos con los amigos, reparar los libros estropeados, decorar la biblioteca (preparar carteles para sus distintas secciones, hacer sujeta-libros para los extremos de la estantería, elaborar marca-páginas para uso propio y de regalo…). Para ello deberemos contar con unos materiales básicos (pegamento, tira adhesiva, un rollo de plástico adhesivo transparente, plástico transparente para forrar…). Mediante estas actividades nuestros hijos aprenderán a cuidar los libros, a mantenerlos en orden y a respetarlos. Todo ello también es un aprendizaje importante para la lectura.


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